el cuarto de la música

¿Cómo se ve la música? La sinestesia cifrada en esa pregunta se resuelve de muchas maneras en este cuarto.

La música se ve como los salones en los que se baila, iluminados por bolas de espejo como la que cuelga del techo y por las constelaciones de reflejos que emanan.

La música se ve como la silla bola de fibra de vidrio (un material con el que Echeverri estaba obsesionado); su capacidad para aislar visual y acústicamente al que se sienta en ella, sumado a su peculiar posición en la mitad del cuarto, la convierten en una especie de equipo médico hecho para escuchar música a solas.

La música se ve como los dispositivos que la contienen y las grandes colecciones que los reúnen; en las estanterías, alimentadas por Echeverri y por sus padres melómanos, hay vinilos, casetes y CDs que conforman una biblioteca en la que no hay mucho que leer y todo qué escuchar.

La música se ve como las herramientas con las que se hace. Un amplificador enorme, más apropiado para un escenario que para una casa, y dos guitarras con estatus de culto en el mundo del rock; la Fender Stratocaster de Jimi Hendrix y Eric Clapton, y la Gibson Les Paul de Jimmy Page y Slash (guardada en su estuche). Y es que Echeverri no solo escuchaba música; él también fue músico. A finales de los 90 tocó en Rock al Parque con la banda 667 y a lo largo de su vida hizo varias grabaciones de estudio.

Finalmente, la música se ve como los músicos de distintas épocas colgados en las paredes. Unos son los chamanes de la vieja guardia del rock, como Led Zeppelin, The Doors, John Lennon y Queen, todos ellos virtuosos, compositores de obras muy sofisticadas y sin una imagen pública muy construida. Los otros son íconos de la era del videoclip y MTV, actores y músicos en igual medida, figuras espectaculares en todo el sentido de la palabra, como Madonna, Prince, los Red Hot Chili Peppers, Michael Jackson, Lenny Kravitz y Britney Spears. De estos últimos Echeverri también aprendió a manipular su aspecto para proyectar una imagen siempre nueva y convertirse en alguien más. De ahí que su clóset, en el que la ropa del día a día no se diferenciaba de los atuendos más peculiares, también estuviera acá. Para él, vestirse para subir a un escenario no era distinto a vestirse para salir a la calle.

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How can you see music? The synesthesia encoded in that question is resolved in many ways in this room.

You can see music in the halls in which one dances, illuminated by mirror balls like the one hanging from the ceiling and by the constellations of reflections that emanate from them.

You can see music in the fiberglass ball chair (a material with which Echeverri was obsessed); its ability to isolate visually and acoustically whoever sits in it, added to its peculiar position in the middle of the room, make it a kind of medical equipment made for listening to music alone.

You can see music in the devices that contain it and the large collections that bring them together; on the shelves, fed by Echeverri and his music-loving parents, there are LPs, cassettes and CDs that make up a library where there is not much to read and everything to listen to.

You can see music in the tools with which it is made. A huge amplifier, more appropriate for a stage than for a house, and two guitars with cult status in the rock world: the Fender Stratocaster of Jimi Hendrix and Eric Clapton, and the Gibson Les Paul of Jimmy Page and Slash (kept in its case). Echeverri not only listened to music; he was also a musician. In the late 90’s he played at Rock al Parque with the band 667 and throughout his life he made several studio recordings.

Finally, you can see music in the musicians of different eras hanging on the walls. Some are the shamans of the old guard of rock, such as Led Zeppelin, The Doors, John Lennon, and Queen, all of them virtuosos, composers of very sophisticated works and without a very constructed public image. The others are icons of the video clip and MTV era, actors and musicians in equal measure, spectacular figures in every sense of the word, such as Madonna, Prince, the Red Hot Chili Peppers, Michael Jackson, Lenny Kravitz, and Britney Spears. From the latter Echeverri also learned to manipulate his appearance to project an ever-new image and become someone else. Hence, his closet, in which everyday clothes were no different from the most peculiar outfits, was also here. For him, dressing to go on stage was no different from dressing to go out on the street.

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