el último cuarto

No toda la gente es igual; alguna, más hermosa que el resto, es la compañía ideal para dormir. En este cuarto, marcado como “mi último cuarto” en un post-it pegado a una de sus puertas, hacen presencia las personas hermosas del mundo de Echeverri: amigos, familiares, superhéroes e ídolos artísticos que lo acompañaron durante su vida y cuyo significado fue cambiando con el tiempo. Y es que la transformación de lo hermoso es el gran subtema de este cuarto: aquí, lo tierno se vuelve terrorífico, lo inocente tiene algo de corrupto y lo bello dialoga con lo desagradable. Un ejemplo es el enfrentamiento entre los siempre optimistas y bien portados Beatles, ídolos de infancia de Echeverri, y Marilyn Manson, quien con su versión de la beautiful people, miserable y distorsionada, se rebeló a su papel de figura ejemplar. Así mismo, hay grandes hombres subvertidos o desplazados de sus roles tradicionales: Jesús en la portada de la revista LIFE como si fuera una celebridad más, un muñeco de Barack Obama que se masturba, y la guitarra eléctrica del macho rockstar pintada de rosado y con la cara de Hello Kitty. Otros emisarios del cambio que recuerdan que la ternura puede transfigurarse en monstruosidad y aun así seguir siendo adorable, son la réplica a tamaño real de un gremlin, una colección de figuras de Hulk y la colección de Cabbage Patch Kids, rosaditos y cachetones, puesta justo encima de un afiche de sus versiones deformes y enfermas, los Garbage Pail Kids. En este cuarto, incluso la familia, la gente hermosa por definición, se presenta como una entidad inestable; a la familia biológica que cuelga bajo la ventana se le suma la familia extendida, coleccionada por Echeverri a lo largo de su vida y representada por obras creadas por amigos y mentores, y por pequeñas fotografías de pasaporte reunidas en una caja organizadora bajo la televisión.

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the last room

Not all people are the same; some, more beautiful than the rest, are the ideal company to sleep with. In this room, marked as “my last room” on a post-it stuck to one of its doors, the beautiful people of Echeverri’s world are present: friends, relatives, superheroes, and artistic idols that accompanied him during his life and whose meaning changed over time. The transformation of the beautiful is the great sub-theme of this room: here, the tender becomes terrifying, there is something corrupt about the innocent, and the beautiful dialogues with the unpleasant.  An example is the confrontation between the always optimistic and well-behaved Beatles, Echeverri’s childhood idols, and Marilyn Manson, who with his version of the beautiful people, miserable and distorted, rebelled against his role as an exemplary figure. Likewise, there are great men subverted or displaced from their traditional roles: Jesus on the cover of LIFE magazine as if he were just another celebrity, a masturbating Barack Obama doll, and the male rockstar’s electric guitar painted pink, with Hello Kitty’s face on it. Other emissaries of change that remind us that cuteness can be transfigured into monstrosity and still be adorable, are a life-size replica of a gremlin, a collection of Hulk figures, and a collection of pink and chubby-cheeked Cabbage Patch Kids, set right above a poster of their deformed and sickly versions, the Garbage Pail Kids. In this room, even the family, people inherently beautiful, is presented as an unstable entity; the biological family hanging under the window is joined by the extended family, collected by Echeverri throughout his life and represented by works created by friends and mentors, and by small passport photographs gathered in an organizer box under the television.

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